Explora cómo las políticas fiscales y comerciales de Estados Unidos están reconfigurando el comercio global, generando desafíos y oportunidades para las empresas internacionales en un panorama marcado por el proteccionismo y la competitividad económica.
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Trasladar las cadenas de suministro globales de vuelta a Estados Unidos se convirtió en un foco de atención bipartidista en la carrera presidencial estadounidense. Tanto el expresidente Donald Trump como la vicepresidenta Kamala Harris están a favor de políticas más orientadas al interior. Sus respectivas plataformas tienen el potencial de afectar en gran medida al comercio mundial y a la fabricación industrial.
Si se compara con la era de mayor globalización de las décadas de 1990 y 2000, el reciente enfoque en el proteccionismo estadounidense supone un gran cambio, que se espera que permanezca en la arena política independientemente de la victoria de Trump. El proteccionismo comercial es la práctica de restringir las importaciones de otros países y aplicar políticas que limitan el comercio mundial con la intención de ayudar a las industrias nacionales.
Aunque la intención subyacente sigue siendo la misma, Trump tiene un enfoque único de la política comercial internacional y del esfuerzo por devolver más empleos manufactureros a EE.UU. Trump cree que los aranceles forman parte de una posición negociadora más dura, que da a EE.UU. más influencia para negociar mejores acuerdos comerciales. Para apoyar su postura, señala como ejemplos de éxito el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA), que sustituyó al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y el acuerdo Fase Uno con China de su primera administración.
Durante los últimos cuatro años, la administración Biden-Harris mantuvo los aranceles de la era Trump y confirmó un giro general hacia el proteccionismo. Aunque Harris ha criticado los aranceles por considerarlos un «impuesto sobre las ventas» excesivo para los estadounidenses, también apoya el regreso de la fabricación a Estados Unidos y el fortalecimiento de las cadenas de suministro locales.
Ni Trump electo ni Harris candidata han planteado políticas económicas comerciales que deban considerarse desde una óptica favorable al crecimiento. En cambio, los objetivos de ambos planes pueden verse como la promoción del crecimiento con esfuerzos significativos para reequilibrar las disparidades económicas causadas por la globalización.
Comparativa de políticas: Trump vs. Biden en impuestos y comercio
Estos son algunos de los cambios planteados por Trump en su discurso electoral comparado con la actual administración Biden, habrá que esperar y ver si Trump ejecuta su plan.
Tema | Trump Plan | Biden plan |
Aranceles | Arancel básico del 10% sobre todas las importaciones a EE.UU. Arancel del 60% a las importaciones procedentes de China | Mantener los aranceles de la Sección 301 sobre China Ampliar los aranceles de la Sección 232 sobre el acero y el aluminio para ciertas importaciones desde mexico |
Impuesto de renta a empresas | Baja del 21% al 15% para las empresas con producción en EE.UU. | Aumento del 21% al 28 |
Iniciativas comerciales | Poner fin al Marco Económico Indo-Pacífico (IPEF) | Se intenta negociar un acuerdo sucesor del IPEF que incluya la cooperación en las cadenas de suministro |
Organización Mundial del Comercio (WTO) | Amenaza con retirarse e intenta acabar con los privilegios que China obtuvo al adherirse | Presiones para cambiar la solución de diferencias en la OMC |
La Ley de Recortes y Empleos Fiscales (TCJA, por sus siglas en inglés) de 2017 fue la principal ley económica aprobada por Trump en su primer mandato. Varias disposiciones de la TCJA expirarán a finales de 2025. Los impuestos ocuparán un lugar prioritario en la agenda de política económica de Trump. Para los impuestos sobre la renta de las personas físicas, esto implicaría una prórroga de los tipos impositivos actuales para todos los contribuyentes. Esto se traduce en un tipo efectivo del IRPF para todos los contribuyentes inferior al 10%.
Además, Trump y sus asesores han hablado de reducir el tipo legal del impuesto de sociedades del 21% actual al 15%, lo que reduciría el tipo efectivo del impuesto de sociedades a aproximadamente el 7% de los beneficios.
La postura de Trump: aranceles como estrategia de negociación
La guerra comercial con China fue un elemento clave del primer mandato de Trump. Esperamos que restrinja el comercio en su segundo mandato, incluyendo un arancel del 10% sobre casi todos los bienes importados y aranceles del 60% sobre las importaciones chinas. En conjunto, esto elevaría la tasa arancelaria efectiva del 3% a un históricamente alto 19%.
Los aumentos arancelarios que Trump impuso en su primer mandato fueron limitados. En su punto álgido en 2019, afectaron a alrededor del 10% de las importaciones estadounidenses y se limitaron a productos específicos, en su mayoría procedentes de China. No obstante, causaron daños económicos cuantificables, en particular a las industrias agrícola, manufacturera y de transporte.
Un aumento de los aranceles que abarque casi todos los bienes importados, como propuso recientemente Trump, va mucho más allá de estas medidas anteriores. Las importaciones de bienes representan más del 10% del gasto de los consumidores estadounidenses. La política arancelaria que propone elevará los costes para las empresas. El aumento de los aranceles también pesaría sobre el crecimiento y la productividad, elevando la inflación a medida que las empresas trasladen gran parte de sus mayores costos a los consumidores.
Mucha gente cree que unos aranceles más altos no ayudarían a reducir significativamente el déficit comercial de Estados Unidos. La demanda de importaciones disminuye debido al aumento de los aranceles. Sin embargo, un dólar más fuerte y un crecimiento mundial más lento perjudicarán a las exportaciones, lo que equilibra aproximadamente el efecto sobre la balanza comercial.
Las exportaciones estadounidenses también sufrirían debido a las represalias arancelarias de muchos otros países. Los países que aumentan los aranceles sobre los productos estadounidenses lo hacen basándose en muchos factores, entre ellos razones económicas, políticas y geopolíticas. Dada la continua fragilidad de las cadenas de suministro mundiales, unos aranceles más elevados corren el riesgo adicional de perturbar los flujos comerciales. Es probable que la incertidumbre sobre otros posibles cambios políticos disuada la inversión. Las entregas también podrían verse alteradas, ya que los productores desvían los envíos a mercados con aranceles más bajos y las empresas intentan abastecerse de proveedores nacionales.