Innovar va más allá de “crear algo nuevo”, supone apostar por un concepto, una estrategia y/o un producto que vamos a vender como algo tangible. Volcar todos nuestros esfuerzos y recursos en algo que suponga un valor para alguien, ya sea a nivel empresarial o de clientes.
es importante realizar un análisis previo de nuestras fortalezas y debilidades empresariales. ¿Vamos a innovar en aquello que nos hace fuertes, por encima de nuestras flaquezas? ¿Pueden éstas sostener el proceso? O, por el contrario, ¿vamos a invertir en nuestras debilidades con el fin de reforzamos?
Evaluar con cuidado los riesgos en las opciones que barajamos servirá para plantear un contexto estable dentro de nuestro planteamiento innovador. Además, este proceso previo de evaluación nos va a permitir analizar nuestro concepto como empresa a un nivel global y, de paso, averiguar si no contenemos ya algún elemento diferenciador de otras empresas del sector, que podemos potenciar o que, incluso, ya nos distingue como innovadores.
Tras esta evaluación previa, hay un componente fundamental que es imprescindible para el desarrollo de una estrategia de innovación empresarial: el equipo. Rodearse de personas que sepan valorar todas estas variables, que asuman retos, que midan los riesgos, pero, sobre todo, que compartan los valores del proyecto que queremos desarrollar.
¿Qué tienen en común las empresas que innovan? Para evitar que ese impacto se diluya en el proceso, las empresas que tienen una cultura empresarial basada en la innovación coinciden en tres cuestiones básicas de funcionamiento interno: